El delirio de Alicia


Fotografía que Lewis Carroll le tomó a Alice Liddell en 1858, 
la niña que inspirara el personaje de Alicia en el país de las maravillas.


Somos muchas las generaciones a las que nos ha acompañado ese delirio del gato de Chesire cuya sonrisa resplandece y desaparece en el tronco de un árbol… una niña; una niña que al gato maléfico interroga ¿cómo sé si estoy loca?; la niña que decrece tras dar un par de sorbos a un líquido misterioso; la niña que ante una reina desquiciada de grito inolvidable (¡que le corten la cabeza!), juega al criquet con garzas. Somos muchas las generaciones que crecimos con la historia narrada por Lewis Carroll (1832-1898) en el imaginario infantil que entre realidad y surrealismo, ejerce cierto encanto al mismo tiempo que se impone como pesadilla.

Lo bueno de las películas basadas en obras literarias es que suelen desatar el furor por su autor. Hay escritores a los que mucha gente lee gracias a las películas que hicieron de sus novelas.  


Si bien Lewis Carroll es un caso excepcional, muchos de nosotros, antes de aprender a leer, vimos la adaptación que Walt Disney hizo en 1951 de Alicia en el país de las Maravillas. Hallmark Entertainment hizo en 1999 una adaptación para la pantalla chica, donde el papel de Alicia es interpretado por Tina Majorino y Whoopi Goldberg en la voz del gato de Cheshire, actrices que ya habían compartido créditos en la película "Corrina corrina" en 1994. No tuvo gran impacto esta filmación... pero ahora gracias a la tecnología en pantallas tridimensionales y al talento y mercadotecnia de Tim Burton como Director, Alicia vuelve a habitar nuestra cotidianeidad y nuestras conversaciones, porque ya no solamente se habla de Carroll en las aulas donde se estudia literatura, ahora está en la conversación de los adolescentes que seducidos por Johnny Deep, Helena Bonhan Carter, Anne Hathaway y Mia Wasikowska, o por el trabajo previo de Burton, esperan con ansia reunirse en la sala oscura del cine como quien se reúne en torno al fuego a escuchar una historia, calarse unos lentes que les darán una óptica alternativa… (¿se parecerán esos lentes a los que los lectores traen integrados, para su bendita locura y creatividad, al toparse con el relato de Alicia en papel, cuando al leer hacen de las imágenes sugeridas por el texto una construcción multidimensional?). Habrá que ir a ver la película y hacer un mix de ese imaginario que muchos tenemos de Alicia.

Decía lo del furor del autor porque con la película no se escribirá solamente sobre el largometraje, sino también sobre la figura que concibió la obra y, por supuesto, la obra en sí. 


Ejemplo de ello lo podemos ver publicado hoy en la Revista Ñ en el texto de Guillermo Martínez, el escritor y matemático argentino, un texto sobre Lewis Carroll que recrea la atmósfera de esta mítica niña que existió y que sedujo con sus pocos años a Carroll, atrapándolo en aquellas redes de lo que Vladimir Nabokov (¿quién, si no él?... Lo-li-ta...) llamara Nínfula:
Entre los límites temporales de los nueve y catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino de ninfas (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas.

Nínfula o, en palabras del escritor yucateco Juan García Ponce, Ninfeta, como llamó a un cuento suyo que forma parte del libro Cinco Mujeres: "Nabokov crea un nuevo símbolo sexual: la ninfeta, y a través de ese símbolo impone para siempre un tipo, una figura ideal".

El texto de Guillermo Martínez es perfecto para entender la concepción de Alicia en el país de las maravillas y conocer a su autor, su relación con lo que mencioné anteriormente de Nínfula, sin duda polémico y digno de compartir.

Para leer el texto "Aventuras de una niña bajo tierra", dar click aquí