PARPADEOS
Sólo hay tres clases de ciegos, ¿o tres no es el número perfecto? Está ése al que no hay explosión ni asamblea de luciérnagas que lo saquen de la sombra profunda. Está el otro, el que aún ciego, conserva un esbozo de penumbra y al resplandor de un fósforo queda de pronto en éxtasis y bajo la luz furiosa del medio día cree que los ojos le vuelven. Y finalmente está aquél, ése que palpa afanoso los contornos y las grietas, los movimientos y temblores de los breves mundos. Ése, el tercero, es el amante.
Eugenio Mandrini (1936).
Poeta y narrador argentino.