De "El manto y la corona"


Rubén Bonifaz Nuño es y será siempre uno de los poetas predilectos de Letranías. Rindo un sencillo homenaje a sus palabras compartiendo estos sus-mis poemas favoritos del libro “El manto y la corona” (1958), porque son hermosos, porque ayer murió su autor y porque a más de tres estos versos se le acomodarán como un anillo.


3

Hoy recibí algo tuyo: unas palabras
que al mismo tiempo nacen
del lugar apartado que visitas,
y de la más cercana
felicidad con que me ocupas.

Me dices solamente:
"Llegué bien. No lo olvido. Lo acompaño",
y firmas con tu nombre.

Así que no estoy muerto; que respiro
en algún sitio de tu pensamiento:
que una parte tan sólo
de mí se quedó en México, escribiéndote,
mientras que lo que soy de verdadero
está contigo en calles, en jardines.

Invisible camino al lado tuyo,
con los ojos cerrados, esperando
que tú me cuentes lo que miras
para verlo también; quiero mirarlo
para poder, dentro de mucho tiempo,
decirte alguna vez: "¿te acuerdas
de aquel viaje que hicimos?"

Quiero, además, contarte
que aquí también me estás acompañando;
que tan concretos y evidentes
como el lugar en el que aquí descansas,
como la ropa tuya que dejaste
colgada en una perche, están conmigo
tu voz, tus ojos buenos, tu deseo
de hacer el bien. Poblados se me alumbran,
con tu esperanza, el sueño y la vigilia.

Porque tú lo mandaste al despedirnos,
porque soy cosa tuya, he procurado
no sufrir. He querido que no sientas
ningún dolor por causa mía
en este dedo chico de tu mano
que es hoy mi corazón. Porque te quiero
te digo: "No he sufrido."

Dejo ya de escribirte
para seguir pensando en ti. Comienzo
a tratarte de "usted" en mi memoria.
Usted no me ha olvidado;
Yo la estoy esperando. Usted lo sabe.


4

Aunque estés lejos, aunque pienses
que estás viviendo a solas,
siempre que formas o rompes algo,
cuando algo modificas en las cosas
que te cercan a diario, y al hacerlo
sientes que estás abandonada,
que no hay nadie en tu mundo transformado,
no padeces tú sola. Estoy contigo.

Trabajo tuyo y mío
es abrir ventanas, las opacas
paredes, asomarnos a las cosas,
y no quedar en paz, no ser felices
mientras haya tristeza, mientras haya
algo que no esté hecho, mientras llore
sentado en una calle, entre las gentes,
un perro abandonado.

De tanto darse en vano, está dolido
tu corazón que sigue dándose.
Todo lo que tú eres, lo que amas,
crece en tu corazón, y lo desborda, y se despeña
de tus manos abiertas.

Pero no das en vano ya; recibo
lo que dejas caer. Tu desventura
ya no es completa desde que te amo.

Reina desamparada,
señora de las dádivas perdidas:
porque te necesito te hago falta.
Tu soledad no es sólo tuya, es nuestra:
porque te das existo,
y solidariamente respondemos
de la suerte del mundo.


Rubén Bonifaz Nuño.
Córdoba, 12.Nov.1923 - México DF, 31.Ene.2013

Dejo aquí más de su poesía para quien desee adentrarse en sus palabras.