Pasando el tiempo

El árbol de la vida, 1909.
Gustav Klimt. Pintor austríaco.


Estoy en casa de mis padres. Son las cinco de la tarde. En la lavadora giran como peces extraños unas sábanas de color marino. Espero que el tiempo pase en el estudio. A mi derecha, un librero. En él, libros que me acompañaron en la universidad. Elijo un lomo gordo: Darío. Abro al azar y me encuentro subrayado en verde: 


Amor, en fin, que todo diga y cante,
amor que encante y deje sorprendida
a la serpiente de ojos de diamante
que está enroscada al árbol de la vida.


Ámame así, fatal, cosmopolita,
universal, inmensa, única, sola
y todas; misteriosa y erudita;
ámame mar y nube, espuma y ola. 


Sé mi reina de Saba, mi tesoro;
descansa en mis palacios solitarios.
Duerme. Yo encenderé los incensarios. 


Y junto a mi unicornio cuerno de oro,
tendrán rosas y miel tus dromedarios. 




... ay, esas lecturas de salones universitarios. Mañana es 21 de diciembre. Eso significa que Anna cumpliría años, Anna la que leyó esos versos de Darío conmigo y que igual que yo se quedaba fascinada. Anna mi amiga. Mi compañera de clases. Rubia. Bonita. Cantarina. Qué bonita recordarla en estas líneas. 


Mañana es 21 de diciembre...


Alma Mía

Alma mía, perdura en tu idea divina;
todo está bajo el signo de un destino supremo;
sigue en tu rumbo, sigue hasta el ocaso extremo
por el camino que hacia la Esfinge te encamina. 

Corta la flor al paso, deja la dura espina;
en el río de oro lleva a compás el remo;
saluda el rudo arado del rudo Triptolemo,
y sigue como un dios que sus sueños destina...

Y sigue como un dios que la dicha estimula,
y mientras la retórica del pájaro te adula
y los astros del cielo te acompañen, y los

ramos de la Esperanza surgen primaverales,
atraviesa impertérrita por el bosque de males
sin temer las serpientes; y sigue, como un dios...


Rubén Darío


... sigue como una diosa...