Renato Leduc


Foto: © Roberto Escobar

INVOCACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Y A UNA SEÑORITA DEL MISMO NOMBRE:
GUADALUPE...



Renato Leduc (1897-1986).
Poeta mexicano.

Hay gente mala en el país,
hay gente
que no teme al señor omnipotente,
ni a la beata, ni al ínclito palurdo
que da en diezmos la hermana y el maíz.

Adorable candor el de la joven
que un pintor holandés puso en el burdo
ayate de Juan Diego.
El sex-appeal hará que se la roben
en plena misa y a la voz de fuego.

Tórrido amor,
amor no franciscano el que le brinda
año por año turbulenta plebe
mientras pulque y fervor,
en frescos jarros de Oaxaca, bebe.

Una reminiscencia: Guadalupe
era tibia y redonda, suave y linda.
Otra reminiscencia:
a ella fui como el toro a la querencia
por ella supe todo cuanto supe.

Negra su cabellera, negra, negra,
negros sus ojos,
negros como la fama de una suegra,
tan lúcidos provocan y tan propios
el guiño adusto de los telescopios.

Vestida de verde toda
iba —excepto los labios rojos
y los dientes— vestida de verde-oruga,
verde-esperanza o lechuga,
verde-moda.

El indio grave que a brazadas llega,
mar cruzando, picada de aspereza,
a su santuario;
y la mujer infame que navega
con virtuosa bandera de corsario...

Ojos dieran, los ojos de la cara
sólo porque a la vuelta de una esquina
la pequeña sonrisa que ilumina
de luz ultraterrestre su cabeza,
les bañara...

La flapper y el atleta
piernas dieran —milagros de oro y plata—
si la clara
ternura de esta Virgen les bañara
al llegar a la cama o a la meta.

Manos de oro colgara
manos, el acreedor hipotecario
colgara, y el ladrón y el funcionario
si sus ojos veteados de escarlata
esta risa una vez iluminara.

Amapolas
que en suspiro se deshojan solas;
testimonios fehacientes de mi fe;
rosas inmarcesibles... por un día
opio de teponaxtle y chirimía.

Anhelantes de sed y de impotencia
en turbias fuentes beberemos ciencia...
¿para qué...?
Si el caramelo que mi boca chupe
será siempre tu nombre: Guadalupe...

Tomado del libro "Breve glosa al Libro de Buen Amor".