Gerardo Rod |
Así termina:
Todos conocemos a alguien de inmensidad que ya no existe como gente y peatón. Todos tenemos vidas muy complejas y muy interesantes, y familias donde hay (como diría Ruy Sánchez) “prosa de intensidades”: una tía loca, secretos, sobre todo socorros, una ola singular que no puede ser sustituida, alguien que no cabe en los números.
Todos tienen un nombre que quisieran.
Y yo quiero decir Gerardo Rod.
Y así empieza:
El siete de octubre del dos mil nueve se murió Gerardo Rod.
Fue mi alumno en 1997 en la Escuela de Escritores de la Sogem, y me dio miedo cuando lo vi en el salón porque tenía una cara de lobo y se fue convirtiendo y acabó siendo en cierta forma mi maestro, porque cuando pensaba en hacer algo siempre se me ocurría pensar qué pensaría él de lo que estaba yo haciendo: esos son los maestros que nos van dando el norte, aunque no ocurra muy conscientemente, ya luego se podrá añadir la conciencia.
... el texto que escribió Eduardo Casar para Letras Libres y que puedes leer completo dando clik aquí.