Soles siempre a mano



Pareciera que me voy de viaje. Si alguien en este instante entrara a mi habitación, creería que estoy haciendo maletas o que vuelvo de algún lugar añorado. La cama está llena de ropa desordenada. Como si fuera a empacar o como si estuviera desempacando.


Las entradas nos marcan. Así que por eso, para empezar enero y acabar el primer domingo del año, me puse a ordenar cajones y el clóset, los ganchos sin blusas, los zapatos. Mi cuarto con dos ventanas de las cuales sólo una tiene cortinas y son de papel. Todo mi pequeño hogar se llena de música y de cantos. Decidí meterle disciplina a mi espacio intentando la alegre estrategia que Mary Poppins le enseña a los niños con el mágico tronar de dedos. Lo intenté. No lo logré. Así que blusa por blusa, doblez por doblez, gancho por gancho. Ya está decente el cuarto. Vamos a ver cuánto dura el encanto.


A propósito del viaje simbólico que se me antojó al ver mi cama desordenada (¿a París? ¿a Rio de Janeiro? ¿a Buenos Aires?), pensé en el umbral que traspasamos del 31 de diciembre al 1 de enero entre uvas, abrazos, copas y campanas. ¿Ustedes llevan un cuadernito a mano cuando viajan? Yo sí. ¿Y cuando empiezan el año? Yo también. Esperaba con ansias terminar de deshojar el calendario para empezar a surcar las páginas del cuaderno más bello que he tenido. En la portada un botón chiquito es el centro de un sol. Simplísimo. Chulísimo. Tengo un collar hecho con botones que una amiga argentina me compró en Brasil. Ahora he resignificado ese collar, porque así como en la portada de mi libreta, ahora esos botones son centritos de soles. ¡Tengo un collar de soles!


Pero hablaba de mi cama y la ropa en ella desperdigada. Al verla pensaba: ¿voy a algún lugar o vuelvo? ¿De dónde? ¿A dónde? Veo mi cama y distingo, sobre mis sábanas turquesas, la promesa de un buen viaje de enigmático destino. ¿A dónde me llevarán los días, las semanas, los meses? Ay, esa marea misteriosa que es el tiempo. “El viaje son los viajeros”, decía Fernando Pessoa. Vamos de un año a otro. Viajamos a un año par, sin par, un año que empieza con dos y que termina con dos. Por favor, 2012, que tengas razón. Así que ordeno mi ropa en los ganchos y en las repisas, ordeno mi música, ordeno mis papeles y sirve como pretexto todo lo anterior para empezar a escribir en mi cuaderno e inaugurar en Letranías un año más de compartir lo que voy encontrándome en la vida, no sin antes pedir tres deseos para ustedes:


- Que la vida sea generosa con los ojos que acaban de leer esta línea.
- Que el arte, la música y la literatura cambien sus vidas y se las hagan mejor.
- Que si algún día les hace falta un sol, no olviden buscarse alguno en la ropa: lo más seguro es que en algún lugar del cuerpo tengan un botón.



Addy