Decálogo del pájaro huído




Por Addy Góngora Basterra.

—Oiga, cuántos libros— me dijo el carpintero que arregló la puerta principal de mi departamento. Yo no sé leer —continuó. Lo de abecé sí me lo enseñaron, chin pero cuando agarro uno de los libros que tienen mis hijos, chin, cuando veo ya estoy pensando en quiénsequé. ¿Cómo le hace usted para que no se le vaya el pájaro?

—Pues mire, lo del pájaro huído pasa mucho —contesté— porque eso de leer sin distraerse no está fácil.

—Y estos libros, ¿ya los leyó todos?

Y así continuó la conversación con el muchacho mientras llegaba su patrón por él. Me hizo gracia lo del pájaro como también me hizo pensar en lo siguiente:


1. Leer es más que hábito y concentración: es aprender a disfrutar de nuestra propia compañía.
2. Leer es la esquina de la vida donde somos sinceros, sin disfraces ni máscaras, quizá sin miedo.
3. Leer es desear encontrar cómplices con quien conversar sobre lo leído: es hacer nuevos amigos.
4. Leer es sol para cualquier edad, soledad que nutre y acompaña. Sol de noche. Soledad que no daña.
5. Leer es encontrar posibilidades y caminos que no se nos habían ocurrido.
6. Leer es mirar con los ojos de otro, calzar los zapatos de otro, saborear al amante de otro.
7. Leer es querer vivir: los libros siembran antojo por viajar y conocer lo descubierto en sus páginas.
8. Leer es sano exilio de este mundo injusto, mundo en el que nos inventamos pasiones, sonidos, personajes y motivos.

Paréntesis.

Motivos que parecen de película, siendo considerados improbables e inverosímiles y que bautizamos como “ficción”. Llamamos así a la literatura —y al cine, por supuesto— para no cuestionar lo que nos resulta increíble, pero lo cierto es que… ¡cuánta verdad hay en lo que se vende como mentira! Benditas mentiras. Creativas mentiras. Puras mentiras. Por eso cuando a alguien ya no le creemos nada así le decimos: “Ah… tú eres puro cuento”. Y por eso “Puro Cuento” se llama el grupo de lectura que empecé la semana pasada donde leeremos puros cuentos, cuya materia prima sorprendió al carpintero. Dos días después a la conversación que tuve con él, leí en voz alta “La iglesia del diablo” del narrador brasileño Joaquim —así con m, como si fuera yucateco— Maria Machado de Assis, un cuento publicado en 1884 y que perfectamente pudo haberse escrito ayer por lo atemporal de su historia: la contradicción humana. ¿Cómo iba a imaginarse ese bebecito mulato que hace más de siglo y medio llegó a este mundo que lo estarían leyendo unas yucatecas y tres veracruzanas tomando café y agua de pepino? Y también pensaba en nosotras, las lectoras, las que por el sólo hecho de leer esas palabras escritas hace 131 años —jalándole las plumas al pájaro, en varios momentos, para que no se nos fuera— estaban dándole vida a un hombre —sus ideas, su exquisito humor y su sabrosa narrativa— como esas figuras de plástico que toman cuerpo cuando las infla el aire. Así que por eso…

Paréntesis.

9. Leer es romper la línea recta del cardiograma, recobrar a personas de entre la niebla de los años y los siglos.
10. Leer es reencontrarnos con lo que se ha perdido, con lo irreal, con lo imposible. Es un tablón de salvación a la hora del naufragio. No es bola de cristal, pero qué cobijo sentimos cuando encontramos palabras bálsamo ante algo con lo que nos identificamos y está escrito tan preciso, tan nuestro y tan exacto, como si desde siempre nos hubiera estado esperando.

Pilón

Me quedó rondando algo que dijo el carpintero: “Lo de abecé sí me lo enseñaron”. Es decir: sí le enseñaron a leer, pero no le enseñaron a quedarse en un libro. ¿Eso se enseña, se aprende, se contagia? Cada quien podría decir si el pájaro de sus libros es domesticado o huidizo, pero lo cierto es que cuando ese pájaro hace nido, nos regala el placer insustituible de estar con nosotros mismos.

@letranias