El otro paraíso


Fragmento del mural hallado en Teotihuacán donde se describe lo que era y significaba el Tlalocan para los antiguos mexicanos. Según Bernandino de Sahagun, el Tlalocan (o "el paraíso de Tláloc") se describía como un lugar lleno de felicidad y donde había toda clase de árboles frutales, maíz, frijoles y chía.

Sara Sefchovich, escritora mexicana.
Fragmento de la novela "Demasiado amor".

"Me hiciste leer el Popol Vuh y el Chilam Balam de Chumayel. Me hablaste de Sahagún, Quiroga y Las Casas. Me llevaste a ver una obra de teatro que hacían los campesinos de Tabasco y una representación del Rabinal Achí en la que llevaban en sacrificio al héroe que aparecía desnudo. Me contaste que los aztecas fueron poderosos y cobraban tributos en sacos de sal. Me contaste que los chichimecas fueron peleoneros, que los lacandones no conocían el dinero, que los tarahumaras tenían veinte palabras para denominar el maíz, una para el ruido que hacen los cerdos al masticar y ninguna para decir familia o paz. Me enseñaste los baños prehispánicos en Molino de Flores, me hablaste de un rey poeta y de sus palabras:

Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea de pluma de quetzal se desgarra,
no para siempre en la tierra, solo un poco aquí.

Sabías de un diccionario que se escribió en el siglo XVI para el matlazinca-español y de otro que se escribió en el siglo XX para el tzotzil-inglés. Lo que no sabías es quién leía esas obras tan prodigiosas. Me contaste que en Guerrero la gente se abraza de un árbol para contarle sus penas y que si éste se seca, la persona se alivia; que en San Luis Potosí se las cuentan a una piedra y en Chiapas a unos muñequitos hechos de estambre que se guardan en una cajita.

Y lo que saqué en claro de todas tus historias tan sagradas, de todas tus peregrinaciones, ofrendas, bendiciones, rezos y adoraciones, es que yo quiero vivir en Tlallocan, el paraíso hecho de agua, quiero que me ames tanto que por mí arriesgues todo como el señor de Chichén, como el señor del Popocatépetl, quiero que seamos toltecas para saber dialogar con nuestro corazón y teotihuacanos para saber convertirnos en Dios y mayas para saber adorar al Sol. Quiero que renovemos una y otra vez nuestro amor como Xipe Totec, que busquemos una y otra vez nuestro placer como Xochipilli.

Pero lo que también saqué en claro, y eso lo entendí mucho después, es que no se puede cambiar el destino ni siquiera con un espejo de obsidiana y que tampoco se puede provocar a los dioses con demasiada felicidad. Y eso era lo que estábamos haciendo".

Para saber más sobre los murales teotihuacanos, sugiero visitar el siguiente enlace de la revista México Desconocido, click aquí