Mientras tanto...


Sue Lyon en Lolita
1962 © John Springer Collection

Por Juana Libedinsky
lanacion.com Cultura Domingo 5 de abril de 2009



GINEBRA.- "¿Dónde está todo el sexo, entonces?", escribió en una de las primeras reseñas de Lolita Kingsley Amis. Para el patriarca de la dinastía literaria continuada por su hijo Martin, la historia de pasión de un profesor por una niña de doce años era extraordinaria por su tensión moral y sexual más que por escenas explícitas. "Todo el sexo", anunció haciéndole eco la BBC, parece estar en Los orígenes de Laura, la novela en la cual Vladimir Nabokov estaba trabajando al morir en 1977.

Nabokov, en su lecho de muerte, hizo que su mujer, Vera, le prometiera quemar el manuscrito. Ella nunca se animó a hacerlo y lo dejó juntando polvo en un banco suizo. Al fallecer Vera, la decisión pasó a manos de su hijo Dimitri, quien decía no saber qué hacer. Como el resto del mundo, sí, tenía una opinión al respecto, se convirtió en el debate literario más publicitado de los últimos tiempos. Para algunos, ningún interés comercial o intelectual podía ser superior a la voluntad del autor. Otros señalaban que un escritor en sus últimas horas no es el mejor juez de su calidad literaria, y cuánto hubiera perdido el mundo si las directivas de Frank Kafka de destruir toda su obra no hubieran sido completamente ignoradas.

También hubo ingeniosos que propusieron una "tercera vía" como publicar la novela y quemar el manuscrito luego. Dimitri encontró la propia: a los 75 años, declaró haber tenido una conversación imaginaria con el fantasma de su padre, que autorizó la publicación, ya anunciada como "el evento literario de 2009".

Pero hay algo que le hace sombra. El escritor de culto David Foster Wallace dejó, al suicidarse en 2008, un manuscrito sobre el que estaba trabajando, que también verá la luz este año. En ambos casos, los especialistas estimaron que los textos no estaban listos para su publicación en la manera en la que sus autores, obsesivos estilistas, hubieran aprobado. Igual, Nabokov tiene las de ganar. Su novela, por lo menos, se supone que tiene "todo el sexo". La de Foster Wallace, titulada El rey pálido, trata sobre el aburrimiento de un agente de impuestos, tema que suele despertar un interés inicial considerablemente menor.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1115480


*