De Alberto Blanco (1951).
Poeta mexicano.
IV
Todo mapa comienza con un viaje.
Pero, ¿todo viaje comienza con un mapa?
El mapa es al viaje lo que el mito es al lenguaje.
Los mapas, al principio, fueron relatos de viajes.
Después los mapas fueron paisajes al ras del horizonte: narraciones visuales.
Finalmente, vistas a vuelo de pájaro: poemas geográficos.
Un mapa es una manifestación artística del miedo a lo desconocido.
V
Ver la tierra desde arriba: arrogancia de un dios impostado.
Al principio los mapas de la tierra siempre fueron acompañados por los mapas del cielo.
Después los mapas se quedaron sin cielo.
De seguir las cosas como van, muy pronto los mapas se quedarán sin tierra.
La verdad que se puede decir no es la verdad.
Las palabras no son las cosas que designan.
Los mapas de la tierra no son la tierra.
Las cartas estelares no son el cielo.
Un punto es un pueblo.
Una línea es una carretera.
Una superficie coloreada es un país.
Un volumen debe ser un mapa de la historia.
VI
Mapas exteriores: geografías.
Mapas interiores: psicografía.
Las puertas son los sentidos.
Los límites son el cuerpo.
La moral que se deduce de los mapas tiene que ver con una idea de dominio o —en el mejor de los casos— con una idea de conservación.
Cuando se piensa en la relación directa que existe entre los mapas, las ganancias, las guerras de conquista y el dominio del tiempo, no se puede menos que pensar en el título de aquel poema de Stephen Spender:
Un cronómetro y un mapa de artillería.
Un mapa a la medida de la ambición de un hombre.
La ambición de un hombre a la medida de un sistema de referencias.
Todos los puntos de referencia en un mapa ven hacia afuera.
Tomado de:
Revista de la Universidad de México.
Núm. 838/839. Julio - Agosto de 2018.