¡Viva la foto!

"Fotografiar es conferir importancia"
—Susan Sontag.

Por Addy Góngora Basterra.

Va de salida el 2017 que en el ámbito literario ha resonado por la conmemoración de los cien años del natalicio de Juan Rulfo (1917-1986). Por eso el Colectivo «Viva La Foto» organizó un concurso de fotoliteratura, convocando a traducir o representar en imágenes las palabras del autor jalisciense.

     La premiación —que contó con el apoyo de La Bodega del Fotógrafo— y exposición, realizada el lunes 11 de diciembre en el Foro Cultural Amaro, presentó las tres obras ganadoras, así como algunas de las participantes. Antes de recorrer la galería tuvimos espacio para hablar brevemente de Rulfo, leer algo suyo y hacer entrega de premios a los tres ganadores: Hugo Borges, Isaac Medina y Elizabeth Rodríguez.

     Si algo hay que agradecer son las invitaciones a compartir con otros el amor que uno tiene por ciertos libros y autores. Con Letranías como carta de presentación, acepté cuando me convocaron a leer algo del centenario homenajeado. La tentación —más que invitación— fue provocadora y ocasión ideal para compartir una crónica rulfiana de 1950, “Castillo de Teayo”, que así inicia: 


Un farol nos detiene. Un farol rojo que expande su luz y se balancea frente a nosotros. Sólo se ve el farol. La lluvia y la noche cierran la carretera. 
     —¿Qué quieren esos? ¿dónde estamos?
     El farol se acerca y alguien, allá en el fondo de la oscuridad, nos dice:
     —¡Bajen sus luces! ¡Favor! ¡Favor de hacerse a un lado!
     La lluvia golpea ahora más fuerte, en ráfagas blancas, mezcladas con neblina. Por la ventanilla abierta se asoma una cara extraña, como de cobre.
     —No se puede seguir más allá —dice—. Se ha derrumbado el paredón en Mata Obscura, no hay paso. Eso es todo. Pueden volverse a Poza Rica o quedarse aquí, como quieran.
     Es un soldado. Detrás de él está un rifle por el que escurre el agua en hilos brillantes.
     —¿Dónde estamos? ¿qué lugar es éste?

     Juan Rulfo pasó a la historia como gran fotógrafo y escritor porque fue un gran viajero. Con los sentidos afilados anduvo serpenteando carreteras y pueblos de México, de aquí para allá, siempre alerta, con cámara y lápiz en mano. Destreza de ajtsikbal: supo escuchar y recrear. Pero también supo ver, sutil mirada de artista para detener en el tiempo la luz filtrada entre ahuehuetes o el impasible cráter de un volcán.

     Si la escritura de Juan Rulfo es un caracol al que acercamos oídos para escuchar mexicanidad en palabras de tierra, piel y niebla, sus fotografías son instantes de vida rural entre ruido prehispánico y selva, paisaje yermo y silencio del México multicolor detenido inolvidablemente a blanco y negro. / AGB /.


Primer lugar. Fotografía de Hugo Borges. Dedicada al relato "El llano en llamas".

Mención honorífica. Fotografía de Isaac Medina. "Don Juan y Doloritas" inspirada en "Pedro Páramo". 

Fotografía de Elizabeth Rodríguez evocando el estilo fotográfico de Juan Rulfo "El viaje sin regreso". 

Olga Moguel durante dando la bienvenida al Foro Cultural Amaro y presentando la actividad del Colectivo "Viva La Foto". Foto de Victoria González Chablé.

Addy Góngora Basterra hablando de Juan Rulfo y de la crónica de viajes "Castillo de Teayo". Foto de Victoria González Chablé.

Organizadores del evento e Integrantes del Colectivo «Viva La Foto» con Isaac Medina. 

Una de las fotografías que formaron parte de la exposición y el fragmento de Juan Rulfo al que alude.

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La crónica "Castillo de Teayo" forma parte de la edición que RM publicó recientemente. Puedes conseguirlo en Librerías Gandhi.