Víctor Roura (1955).
Escritor mexicano.
Acabo de marcar su número telefónico. No está o no contesta. Uno no sabe cuándo la gente va a estar disponible. Yo quisiera jamás contestar cuando me llaman, dejar que suene interminablemente el molesto sonido de su timbre. Dejar que suene, aunque la llamada se repita una y otra vez. Porque cuando quiero oír su voz, ella no está del otro lado del auricular. A veces, es cierto, nos hace falta una voz. A veces nos hace falta una palabra. Una maldita palabra. Y así estamos, esperándola. Llega algunas veces, tal vez, pero no de la boca de quien deseamos oírla. Cuando estamos inmersos en una persona, las demás permanecen como fantasmas: nos merodean, pero no nos hacen nada. Quizás, por lo mismo, dejamos pasar a alguien que pudo ser importante en nuestra vida. Cómo saberlo, cómo saberlo.
Tomado del libro "La música irremediablemente termina".
Escritor mexicano.
Acabo de marcar su número telefónico. No está o no contesta. Uno no sabe cuándo la gente va a estar disponible. Yo quisiera jamás contestar cuando me llaman, dejar que suene interminablemente el molesto sonido de su timbre. Dejar que suene, aunque la llamada se repita una y otra vez. Porque cuando quiero oír su voz, ella no está del otro lado del auricular. A veces, es cierto, nos hace falta una voz. A veces nos hace falta una palabra. Una maldita palabra. Y así estamos, esperándola. Llega algunas veces, tal vez, pero no de la boca de quien deseamos oírla. Cuando estamos inmersos en una persona, las demás permanecen como fantasmas: nos merodean, pero no nos hacen nada. Quizás, por lo mismo, dejamos pasar a alguien que pudo ser importante en nuestra vida. Cómo saberlo, cómo saberlo.
Tomado del libro "La música irremediablemente termina".