Del poeta persa Shamsuddin Hafiz.
¿Qué cosa más amable para el corazón que el recuerdo de palabras de amor?
Bajo el domo redondo de este cuarto aun creo oír sus ecos, pero el vino de rubíes que he bebido no es sino un agua amarga.
Absuelve a mi corazón, que desde siempre y para siempre está embriagado de tu belleza.
El narciso se muere envidiando tus ojos. No ha sabido encontrar la magia de tu mirada y sus pétalos están mustios.
El pintor quedó tan maravillado de tu belleza, que en todas partes, en puertas y paredes, dejó su recuerdo.
El corazón de Hafiz vino un día a jugar con tus trenzas.
Bajo el domo redondo de este cuarto aun creo oír sus ecos, pero el vino de rubíes que he bebido no es sino un agua amarga.
Absuelve a mi corazón, que desde siempre y para siempre está embriagado de tu belleza.
El narciso se muere envidiando tus ojos. No ha sabido encontrar la magia de tu mirada y sus pétalos están mustios.
El pintor quedó tan maravillado de tu belleza, que en todas partes, en puertas y paredes, dejó su recuerdo.
El corazón de Hafiz vino un día a jugar con tus trenzas.
Mas cuando quiso irse sintió que estaba en ellas ya para siempre preso.
De "Los Gazales de Hafiz"
Colección “Visor de Poesía”. 1981.
Traducción: Enrique Fernández Latour.