Labios llenos de palabras. |
Antonio Mediz Bolio (1884-1957).
Escritor yucateco.
Fragmento del texto «El árbol que habla».
Es impresionante saber que en maya puro el libro se llama “Analté”. Esta palabra armoniosa quiere decir “árbol que habla”, concepto para nosotros lleno de poesía y entrañado de simbolismo. Lingüísticamente analizado el vocablo, se descompone así: “Anal”, rumor de voces (ruido grande de palabras de gente, dice la autoridad del Diccionario maya de Motul), y “té”, que significa vegetal, madera o árbol. Así, los mayas, describiendo con su espiritual sentido de las cosas la material consistencia del libro, hecho de corteza vegetal para que en él hablara la sabiduría, le dieron ese sugestivo nombre: “el árbol que habla”.
Fragmento del texto «El árbol que habla».
Es impresionante saber que en maya puro el libro se llama “Analté”. Esta palabra armoniosa quiere decir “árbol que habla”, concepto para nosotros lleno de poesía y entrañado de simbolismo. Lingüísticamente analizado el vocablo, se descompone así: “Anal”, rumor de voces (ruido grande de palabras de gente, dice la autoridad del Diccionario maya de Motul), y “té”, que significa vegetal, madera o árbol. Así, los mayas, describiendo con su espiritual sentido de las cosas la material consistencia del libro, hecho de corteza vegetal para que en él hablara la sabiduría, le dieron ese sugestivo nombre: “el árbol que habla”.
Sin querer, uno recuerda la leyenda oriental del príncipe hindú que va a la conquista de las tres cosas preciosas: la fuente de oro, el pájaro que habla y el árbol que canta. Los libros cantan en silencio. Los que sabían escucharles ya no existen. Nosotros sólo podemos percibir vagos y lejanos ecos de su voz. Pero acaso llegue el día en que podamos oír y comprender.
Tomado del libro: “A la sombra de mi ceiba”.
Tomado del libro: “A la sombra de mi ceiba”.