El pleito por el amor es un pleito por la exclusividad. Pág. 107 |
Héctor Aguilar Camín. Escritor mexicano.
Fragmento del libro "Las mujeres de Adriano".
"Tengo algo que decirte", le dije, y me puse frente a ella a decirle sin ahorrar palabras ni dulzura lo mucho que la había querido, lo mucho que la había llorado, lo mucho que temía como un niño su ausencia. Se lo dije largamente hasta que corrieron por su rostro ostensibles lágrimas de felicidad. "Hay una cosa final que quiero confesarte", me dijo. "La que quieras", contesté. "Siempre estuve celosa de tus otras mujeres. Eres el único hombre, después de aquel primero, del que estuve celosa, celosa como una idiota. ¿Fingí bien que no me importaba?" "Perfectamente", dije. "Me importaba muchísimo. Nada me fastidió tanto la vida como ser mayor que tú, no poderte hacer mi marido, tenerte en casa, darte hijos, ahuyentar a las otras, ser mantenida por ti. Todo eso. Hasta llegar a ser tu viuda y quedarme con tu dinero. No porque fuera dinero, sino porque era tuyo. Bueno, estas son mis últimas palabras para ti: Tú has sido mi gran amante y mi mejor marido", me dijo. "Trata de no ser mi viudo, por favor." "Le prometí que no sería su viudo, pero lo fui un largo rato, lo soy aún. Por momentos, la pérdida de Carlota es tan viva que parece haberse ido ayer.