Fotografía de Peter Dazeley |
Del ensayo: "Entre el ser y el tener".
«Los héroes de mis libros me enseñaron que sólo se puede ser feliz amando algo intensamente, persiguiendo con absoluta libertad un fin que nos define como seres sensitivos y pensantes. Desgraciadamente, la sociedad moderna pone su énfasis más en el tener que en el ser, y ambas actitudes vitales se encuentran a menudo reñidas entre sí.
(...)
¿Cómo descubrir lo que a uno le apasiona cuando es joven? ¿Qué viene primero, el apetito o el gusto? A las personas por lo general les gusta hacer lo que saben hacer bien, pero eso no quiere decir que todo el mundo haga mal lo que no le gusta. Yo conozco muchas personas que viven haciendo muy bien lo que no les gusta. En ciertos casos a la gente le gusta hacer aquello que han visto toda la vida en sus hogares, porque se sienten cómodos. Por eso los hijos de médicos, abogados y músicos que adoptan la profesión de sus padres son un fenómeno bastante común, y es muy hermoso cuando esto sucede. Se han criado en ambientes donde han adquirido ciertas técnicas, un lenguaje, un modo de mirar el mundo y esto los vuelve hábiles en ciertos campos. Otros practican una profesión porque les permite vivir decorosamente y adquirir respeto propio; otros porque sienten una verdadera vocación de ayudar al prójimo.
Pero sólo el que se enamora a fondo de su profesión es auténticamente feliz. Sólo así llegamos a ser seres humanos completos; vivir para ser en lugar de para tener».