Se acaba un año pero también se acaban diez.
Hace diez años. Cuántas historias de uno mismo pueden acomodarse. Cuánta música. Cuántas conversaciones. Cuántos momentos que no regresan y que quisiéramos que no se desvanecieran del recuerdo, memoria que quisiéramos retener para siempre, como quien capturara entre las manos un pajarillo que siempre está aleteando recordándonos su belleza, su libertad…
Hace diez años empecé la segunda década en mi vida. ¿♫ Que veinte años no es nada ♫?, sí es algo, sobretodo, si también como en el tango, le agregamos un ocho —ese paso de baile tan seductor y tentador— años más que suficientes como para perderse voluntariamente en la vida y viajar y conocer y enamorarse y gozar y padecer y aprender ♫ y el amor, el amor, el amor… ♫
Hace diez años estaba mi hermana en la casa; la madre de mi padre cocinaba, el padre de mi madre nos compraba castañas.
Hace diez años… la vida pasa. Pasa lenta cuando quisiéramos que fuera rápida, pasa rápida cuando quisiéramos pausarla. Pasan cosas. Pasan personas. Pasamos nosotros. Pasa lo que no quisiéramos que pasara. Pasa, todo pasa, ♫ hasta la ciruela pasa ♫, como cantara Liliana.
Hace diez años conocí a una mujer que desde el primer día de vernos fue mi amiga y hace cuatro que un cáncer la acabó. Era rubia, linda. Me enseñó que por cada pérdida, por cada despedida, hay un encuentro que, si bien no suple ni justifica esa carencia, nos alegra el corazón. La vida siempre está llena de bienvenidas.
Hace diez años muchas personas que hoy tengo cerca eran parte de la sección amarilla, de una estadística en otro país, de la nómina laboral. Hace diez años personas que hoy adoro no estaban en mi vida. Sus nombres no existían y ahora son un amuleto, mis ganas de volver a la ciudad donde crecí, mis ganas de volver a ciudades lejos de mi país; su compañía son mis ganas de vivir para reencontrarnos y compartir una guitarra y vino tinto, brindando por querernos y por habernos conocido.
Hace diez años sabía del amor por libros y películas. Me faltaban algunos meses para entrar a la universidad. Tenía el cabello corto y, como todavía, kilos de más. Hace diez años tenía un perro que murió en mis brazos, cerca del mar. Conservo un número de teléfono de aquel entonces en cuyos dígitos vive una voz donde caben años de amistad; conservo una dirección postal donde ya no vive nadie… mas cuánta vida hubo… conservo un hogar que es un oasis, unos ojos que aunque en diez años no he visto, basta cerrar los míos para volverlos a mirar.
Hace diez años que cambié mi manera de ver la vida: la literatura interfirió. Desde entonces he hablado con mucha gente, he escuchado las historias de otros y he aprendido de eso, porque la experiencia de los demás suele ponerle nombre a experiencias nuestras que por ceguera emocional no distinguimos y que se quedan sin bautizo.
Hace diez años que vengo creciendo en conversaciones. Muchas veces un egoísmo congénito nos vuelve sordos a lo que nos cuentan otros. Habría que pulverizar ese egoísmo, dilatar ese umbral y verdaderamente escuchar. Aprovechar las cosas buenas de la vida y no sentarnos frente a ellas como quien se sienta en un balcón para ver la tarde pasar. Hace diez años que intento aprender a darme la oportunidad de encontrarme a mí misma en donde menos me lo espero. Todos deberíamos darnos ese regalo, privilegiar los sentidos (oler, tocar, mirar, escuchar, saborear) porque los hemos olvidado, ellos que todo y tanto nos dan. En este instante, algo cerca de ti está sonando: escucha; en este instante algo cerca de ti puedes saborear: prueba; en este instante algo puedes tocar: siente; en este instante algo puedes oler: respira; algo puedes mirar más allá del monitor que tienes ante ti y de este punto: . : ¡Admira!
Hace diez años me propuse sentir los sentidos, dejándome sorprender por lo pequeño, por lo que pasamos por desapercibido: ¿cómo puede caber tanto cítrico, tanto sabor, tanto olor en un limón pequeño? Lo escribo y tan sólo el recuerdo me impregna la nariz. ¿Qué milagro embaraza al pequeño fruto que acompaña nuestra vida cotidiana?
Hace diez años que la música tuvo un nuevo significado para mí. ¿Qué especie de levadura tendría en el alma Tom Jobim, Astor Piazzolla, Maria Bethânia, Álvaro Carrillo para hacer con la música eso que nos provocan cuando los escuchamos? La música siempre ha estado conmigo, pero desde hace diez años, he aprendido a estar en ella y a hacerla parte de mí, que no es lo mismo aunque parezca igual.
Hace diez años y esto que escribo podría ser el cuento de nunca acabar. Me sobran los motivos, no se me acabarían las palabras, las gracias, los buenos deseos, las ganas.
Hace diez años… y los que faltan por llegar…
¡Feliz año nuevo! ¡Que el 2011 los derroche!