Del diario de Anaïs Nin



Fragmento del 19 de marzo de 1935

Siempre que algo se aleja de mí, siempre que pierdo algo o alguien, siempre que debo separarme de algo o de alguien, mi reacción es creativa (...) Todo ha de ser reemplazado y recreado. Todo debe ser expulsado de mí y estar en mí, dentro de mí. Creo todo cuanto es perecedero, evanescente, engañoso. Creo mi autosuficiencia, mi independencia, mi autofecundación. Pero, como soy mujer, no quiero estar sin necesidades. Nada sustituye a la vida ni al amor. Necesitaba un padre; necesitaba a Henry; necesitaba la protección de Hugh, su lealtad, su confianza; necesitaba la comprensión de Rank; necesitaba la escritura de Henry; necesitaba el equilibrio de mi Padre; necesitaba el amor. Necesidades terribles, inmensas, devoradoras, demoledoras. La vida me obliga a prevenir y remediar las necesidades, a ser un cosmos por mí misma: hombre, mujer, padre, madre, amante, niña.

(...)

Cuando intentes encontrarme en mi novela, ya habré cambiado. La dificultad estriba en que me ocurren miles de cosas cada día. Y esas cosas me cambian. ¿No te importaría tener por amiga a un volcán, a una Coney Island, a las Cataratas del Niágara?