Julia Prilutzky Farny

MUERTE EN EL ESTANQUE

Dolce Far Niente
John William Godward
2

Bajo mis pasos, como si quemaran,
de pronto, la ciudad se va encendiendo.
Era gris. Hoy, está como marcada
por banderas de fuego.
Ya no nos queda esquina sin fantasmas
ni calle sin recuerdos.
Ya no puedo escapar. Estás en cualquier parte;
el camino de ida es el regreso,
me detengo indecisa,
voy hendiendo las calles al acecho:
puedes brotar detrás de cada sombra,
en toda voz puede llegar tu eco.
El estanque me mira
como si se burlara en el silencio
y los árboles callan sus rumores
cuando me les acerco.
No sé si estoy cansada.
Y tal vez, tengo miedo,
pero tengo que andar borrando huellas,
desterrando la sangre,
grisando las paredes y los cercos.

Cómo quiero reír, y lo he olvidado;
cómo quiero correr, y no recuerdo;
cómo quiero gritar, pero ya es tarde.
Cómo quiero vivir, y me detengo.

3

Me gustaría tanto ser alegre.
Yo no quiero estar triste:
yo no quiero
ser triste y melancólica y ausente.
Contemplo con envidia a las muchachas
sonriendo a las nubes y al almendro,
siento a mi alrededor toda la vida
crujiendo en cada brote,
reventando en las yemas,
brillando en los matices,
vibrando en las antenas,
ardiendo en la hojarasca turbia y pura,
estallando en la huella redimida
de cualquier paso previo.
Siento la vida así, desesperada
hurgando contra mí, sin penetrarme,
y ya no puedo más.
Me dueles tanto.
Yo no sabía, amor, yo no sabía
el terror silencioso
de ignorar las paredes de tu cuarto,
el color de tu mesa
y el desorden
de tus libros. Tus cuadros
y el rincón que mirabas vagamente
cuando algo -tu sangre, mi exigencia-
te obligaba de pronto a recordarme.


Julia Prilutzky Farny
Argentina