Adán y Eva

"Adán y Eva". Ilustración de Gustave Doré.


Jaime Sabines (1926-1999). Poeta chiapaneco.
Fragmento de "Adán y Eva".

IV

—Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?
Ahora que estás dormida deberías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando estoy sin ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.

VII

—¿Qué es el canto de los pájaros, Adán?
—Son los pájaros mismos que se hacen aire. Cantar es derramarse en gotas de aire, en hilos de aire, temblar.
—Entonces los pájaros están maduros y se les cae la garganta en hojas, y sus hojas son suaves, penetrantes, a veces rápidas. ¿Por qué?, ¿por qué no estoy madura yo?
—Cuando estés madura te vas a desprender de ti misma, y lo que seas de fruta se alegrará, y lo que seas de rama quedará temblando. Y entonces lo sabrás. El sol no te ha penetrado como al día, estás amaneciendo.
—Yo quiero cantar. Tengo un aire apretado, un aire de pájaro y de mí. Yo voy a cantar.
—Tú estás cantando siempre sin darte cuenta. Eres igual que el agua. Tampoco las piedras se dan cuenta, y su cal silenciosa se reúne y canta silenciosamente.