El día que supe lo que es un ídolo


Mario Moreno "Cantinflas"

Por Addy Góngora Basterra.

Un miércoles de abril, hace veinte años, mi madre fue a buscarnos a mis hermanas y a mí, como cada día, a la escuela. Cuando llegamos a la casa recuerdo perfectamente lo que había en la televisión: una multitud de personas en la calle y la noticia mayúscula de la muerte de Cantinflas, ocurrida horas antes. Recuerdo las imágenes a blanco y negro. No sé si porque así eran o porque así me hace recordarlas el día lluvioso del funeral y los tres días de luto nacional que declaró el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Mario Moreno tuvo a miles de personas tristes por él en un día de lluvia… “lo más negro que hay es un carro fúnebre cuando llueve”, dice la milonga de Jaime Ross.

La televisión mexicana no se caracteriza por programas de calidad cultural. Ha tenido al país atontado y entretenido durante décadas. ¿Qué identidad quiere forjar la televisión en quien la consume? La respuesta es una invitación a la reflexión. Sin embargo, hay algo que le agradezco al trabajo de Mario Moreno: la producción y transmisión en televisión abierta de “Cantinflas Show”. De niña esperé y disfruté esos dibujos animados sobre temas vinculados a personajes célebres, historia universal, arte y cultura. Ahora youtube es el túnel a través del cual puedo acceder a las cápsulas que me hacían feliz desde que escuchaba la musiquita del opening.




La semana pasada, durante la clase de Historia del Arte que imparto en la UADY, platicaba con un grupo de alumnos sobre la diferencia que sería para nuestro país si las televisoras, al menos media hora diaria, en vez de pasar “talk shows” con nombre de mujer, pasaran cápsulas culturales. O qué sucedería si el tiempo de transmisión que durante décadas le han dedicado a “El Chavo del Ocho” se lo dedicaran a algo formativo y educativo vinculado al arte. ¿Qué consumen, hoy por hoy, los niños en la televisión? Teniendo México tanta riqueza, tanto pasado y tantas cosas buenas, es para mí una vergüenza que el referente mexicano en otros países sea producto de la televisión: el Chavo, el barril y la vecindad en la que vive. Yo no crecí viendo “El Chavo del ocho” y mi identidad como mexicana no tiene ninguna referencia al programa. Nunca lo he visto más de un minuto. A diferencia de “Cantinflas Show”, la sola musiquita del opening del Chavo me alejaba y me sigue alejando de la televisión, si es que estoy cerca de ella. Varias veces me he cuestionado el poder y la manipulación que hay detrás de un canal; pasar todos los días durante tantos años programas que se repiten y no tener la innovación para darle a la gente dosis de algo diferente, dice mucho de quien lleva las riendas. La gente habla de lo que conoce; me queda claro que a quien tiene el control no le interesa que se hable de algo diferente. Tiene razón Groucho Marx: "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro".

El pretexto de estas palabras es la fecha de hoy, porque Mario Moreno Reyes nació el 12 de agosto de 1911; Cantinflas, el personaje, nació años después, extraído del pueblo mismo. En la entrevista con Jacobo Zabludovsky para el programa “Efemérides” en 1967, Mario Moreno dijo: “… yo, Jacobo, en cualquier condición que esté, soy pueblo y lo seré toda mi vida, porque muchos años y hasta la fecha convivo con el pueblo y sé lo que es el pueblo (…) mi extracción, en el aspecto social, fue muy humilde…”. Quizá por eso el atuendo de su personaje alude a una clase social baja; la gabardina es una ironía, una tira de tela sobre el hombro, por mecate un cinturón, los pantalones maltrechos, facha inolvidable que Carlitos Espejel imitó perfectamente en el programa “Chiquilladas” haciéndose llamar “Carlinflas”.

Paréntesis

Un 12 de agosto nació también Héctor Herrera “Cholo”, ícono del Teatro Regional en Yucatán. El Ayuntamiento de Mérida destaca su legado al teatro designando en el 2013 una presea que lleva su nombre.

Cierro paréntesis

Semanas atrás leí que Óscar Jaenada, actor español, le dará vida a Cantinflas en una película que dirige el mexicano Sebastián del Amo (“El fantástico mundo de Juan Orol”, 2012). ¿Un actor español para encarnar a uno de los personajes más memorables que tiene México?, seguramente nos preguntemos varios. Del Amo declaró en una entrevista que no hubo ningún actor mexicano que lo convenciera (¿Qué pasó, Chato, tan mal estamos?) y agregó que Jaenada tiene rasgos físicos que evocan a Mario Moreno. A fin de cuentas si un actor es un profesional para interpretar un papel, habremos de esperar para ver y escuchar qué tal le salen a Jaenada los movimientos y el acento inolvidable, ahí va a estar el detalle. Después de todo, sin importar la nacionalidad, hay gente a la que no le cuesta trabajo cantinflear. En la cinta también veremos a Bárbara Mori como Liz Taylor y a Ximena González Rubio como María Félix.

Óscar Jaenada


Con los años he entendido por qué Chaplin expresó “En la comicidad, sólo Cantinflas y yo”, por qué el New York Times publicó su obituario, por qué la Real Academia Española incorporó el término “Cantinflear” al diccionario y por qué hay en el Paseo de la Fama de Hollywood una estrella con su nombre.

En aquel abril de 1993, la noticia de la muerte de Cantinflas fue una marea que se expandió rápidamente por medios informativos nacionales y extranjeros. La XEW La voz de América Latina transmitió en vivo la crónica de lo sucedido: “Con el ensordecedor grito de Cantinflas, Cantinflas, han llegado a la cripta los restos de don Mario Moreno Reyes encabezado por su hijo Mario Moreno Ivanova, quien recibe múltiples muestras de afecto por parte de los asistentes (…) Flores vuelan sobre los restos de don Mario Moreno Cantinflas (…) Este es el último adiós que le está dando el pueblo”. De fondo se escucha a la multitud a coro “Se ve, se siente, Cantinflas está presente”. La urna de bronce y plata se alzó para la gente, que aplaudía enardecida, minutos antes de ser ingresada a la cripta familiar. Banderas de México ondeaban en un emocionante sentimiento popular que creo que no ha vuelto a repetirse.

Yo tenía once años aquel miércoles de abril. Ese día supe lo que es un ídolo y cuán grande era el fervor y la tristeza por la muerte de quien tanto hizo reír al pueblo mexicano.