Pancho Villa: Primer actor del Cine de la Revolución

Por Margarita de Orellana



Pancho Villa a caballo


Pancho Villa se reía mucho de los camarógrafos: cuando intentaban filmarlo cabalgando a toda velocidad, él pasaba frente a ellos levantando una gran polvareda que impedía retratar su figura con nitidez. Los cineastas norteamericanos enviados por una gran compañía cinematográfica gritaban: “Despacio, general, por favor”. A Villa le hacía gracia ver las calamidades por las que tenían que pasar estos hombres para captar su imagen, pero poco a poco se iba acostumbrando a tenerlos cerca y a posar para sus cámaras.

A raíz de esto, Villa comenzó a aparecer en las pantallas de muchos países, pero sobre todo en Estados Unidos, como una figura de enorme popularidad y de gran fuerza dramática. Esto sucedía en 1914, año en que “El Centauro del Norte” gozaba en general de una buena reputación con los norteamericanos. Una leyenda romántica, que a veces lo comparaba con Robin Hood y otras con Napoleón, se fue desplegando por todo el territorio vecino en esos primeros años de la Revolución.

El 3 de enero de 1914 Pancho Villa firmó en Ciudad Juárez, Chihuahua, un contrato de exclusividad, por 25,000 dólares, con la Mutual Film Corporation. Se acordó que Villa llevaría a cabo sus batallas a la luz del día y que no permitiría la presencia de otras firmas cinematográficas en el campo de guerra. Villa escenificaría batallas siempre y cuando no se hubieran podido filmar las verdaderas. Incluso aceptó ponerse un uniforme militar que había sido diseñado por la empresa sólo para que saliera a escena (no podía usarlo en otras ocasiones). Villa nunca imaginó que el cine aumentaría su proyección internacional. Movido más por las posibilidades financieras que por su vanidad, se hizo protagonista de sí mismo. Villa era un hombre de gran sentido práctico. Necesitaba recursos para mantener a su ejército, y hacer cine era uno más, así que cuando se le ofreció dinero para convertir las escenas documentales en una gran película de ficción no dudó en colaborar con estos “benefactores”. La película llevaría el nombre de “La vida del general Villa” y él sería el intérprete principal. El largometraje iba a ser dirigido por D. W. Griffith y para protagonizar al joven Villa se había seleccionado a Raoul Walsh, quien tenía también la responsabilidad de filmar escenas de ambientación para la película. Algunos actores norteamericanos complementarían el elenco: Mac Marsh, Robert Harron, Irene Hunt, Walter Long, etcétera.

Raoul Walsh recordaba en su smemorias cómo logró que Villa retrasara las ejecuciones de las cinco a las siete de la mañana para que hubiese buena luz. “Colocábamos la cámara frente al muro donde iban a ser fusilados los prisioneros y ahí mismo filmábamos sus muertes. Había hombres que con piedras en las manos se lanzaban sobre los cadáveres, les abrían la boca y les sacaban los dientes de oro. Otros iban por los zapatos. Ninguno de los fusilados que vi, se dejó vendar los ojos. Les daba igual. Las batallas que filmamos con Villa no resultaron muy espectaculares. Tuvimos que recrearlas a nuestro regreso en los Estados Unidos.” De hecho, algunas de ellas aparecen en un documental producido por la televisión inglesa “The Ragged Revolution”. Kevin Brownlow, uno de los más importantes historiadores del cine, me mostró escenas donde es muy curioso ver cómo los supuestos soldados villistas iban vestidos con uniformes del ejército filipino.

La primera exhibición de “La vida del general Villa” tuvo lugar en el Lyric Theater de Nueva York el 9 de mayo de 1914, y la prensa la reseñó ampliamente. El filme, finalmente dirigido por Christy Cabanne (Griffith estaba muy ocupado filmando “El nacimiento de una nación”), estaba compuesto de dos partes. La primera contenía muchas escenas con el verdadero Pancho Villa. Se mostraban la quema de cadáveres y algunos ataques. Eran reconstrucciones que servirían para dramatizar la vida del militar del general. En la segunda parte aparecía el título: “La tragedia de la carrera del general Villa”. El relato presentaba al Villa de los primeros años, quien vive tranquilamente con su pequeña familia cuando un joven teniente del ejército federal rapta a su hermana, causándole la muerte. Villa se venga matando al oficial y escapa a las montañas. Ahí empieza su odio al gobierno federal y su leyenda de bandido. Cuando se inicia la Revolución se une a los rebeldes y va ganando batalla tras batalla. Al final Villa es proclamado presidente del país. Es interesante notar cómo el final de la película coincidía con el deseo latente del gobierno norteamericano que, en 1914, apoyaba a las fuerzas de Villa. En ese año, los norteamericanos lo favorecían vendiéndole todo lo necesario para su ejército, y Villa a su vez respetaba las propiedades norteamericanas en México. El presidente Woodrow Wilson lo consideraba el tipo de dirigente que convenía a su país: un revolucionario que luchara por estabilizar la cuestión social sin tocar las propiedades estadounidenses.

Sin embargo, no pasarían muchos meses para que la imagen de Villa se transformara en Estados Unidos. El bandido social en quien los norteamericanos habían depositado sus esperanzas se convirtió muy pronto en “el salvaje sediento de sangre americana”. Wilson entendió que Villa, tarde o temprano, confiscaría los bienes extranjeros. El cine también transformó su imagen dando un giro de 180 grados. En lugar de presentar la trágica vida de un general honesto y justiciero se difundió la imagen de un desalmado que buscaba la destrucción de todo lo que fuera norteamericano y representara la libertad o la justicia en ese país. Es una película de ficción llamada Liberty: A Daughter of the U.S.A., Pancho Villa, que aquí es llamado Pancho López, aparece como el cruel asesino que quiere dar muerte a Libertad, el personaje principal, en territorio mexicano; en otro filme, Lieutenant Danny, USA, aparece con el nombre de Pedro López y es llamado “El Carnicero”. También se hicieron dibujos animados donde Villa siempre era capturado por héroes norteamericanos. Todas estas películas se realizaron en su contra durante la “expedición punitiva” que, por cierto, no fue exitosa: un ejército de miles de norteamericanos no logró capturarlo.

Estas primeras películas sobre Villa, hechas con diferentes signos, ya fuesen positivos o negativos, influirían más tarde tanto en el cine mexicano como en el norteamericano, sobre todo en la representación de este héroe popular que aún es visto como el prototipo de México. En 1914 se inicia la filmografía de la figura de Villa, filmografía que todavía no se ha terminado. Así, algunos de los estereotipos que se crearon en el cine norteamericano sobre Villa y sobre el cine de Revolución Mexicana pasaron a nuestro cine y aún perduran. Pancho Villa, el verdadero personaje histórico, es un primer actor no sólo por ser literalmente el primero sino también por ser uno de los más destacados de la época, a la altura de estrellas que hoy son idolatradas por las masas.

Tomado del libro Cine Mexicano.


*